viernes, 21 de septiembre de 2012

España, paraiso de ceporros.

  En su acepción coloquial, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define "ceporro" como "persona torpe e ignorante".

  Pues no, yo no soy un ceporro, soy un ceporrón, que es algo así como la sublimación del ceporro, es decir, el ceporro elevado a la quinta potencia. Les doy una prueba palpable: yo soy de esos que pensaban que el PP lo haría mejor que el PSOE y haría mejorar el país. ¿soy o no un ceporrón?.

  Pero no, gracias al cielo ¡no les voté!, ¡no les voté!. El porqué, la gomina. Sí, la gomina. Aquella tarde de noviembre, a pesar de mi convicción en que lo harían mejor que Zapipotter, me encaminaba al Centro 88, que así se llama mi colegio electoral, cuando se cruzaron ante mi el alcalde de mi localidad, con su calva engominada y un adlátere aún más engominado, este sí con pelo y con una chaqueta de estas con escudito que le ponen a los niños. "¡Que no, ostia!, que yo no voto a estos" pensé. Y eché mi voto a Izquierda Unida. Lo dicho, la gomina.

  Semejante hecho no me libra de ser ceporro, pero al menos, me permite dormir por las noches.

  La cosa pudo aún ser peor en las elecciones autonómicas. Apenas 5 meses después, mi condición de ceporrón, me hizo encaminarme de nuevo al colegio electoral, con la idea de que el PP lo haría mejor en el gobierno andaluz, pero esta vez mi intención era la de votar a UPyD. Al llegar al colegio electoral y tras unos breves segundos de búsqueda en la cabina electoral, no acerté a encontrar las papeletas de Rosa Díez pero se cruzaron ante mi las de eQuo, y ni corto ni perezoso, la cogí para no perder más el tiempo. Al sobre y a la urna. Bueno, pues ¿se pueden creer que un més después recibí una citación judicial por denuncias del PP de la localidad?. ¿Y saben por qué me denunciaron?, pues por "haber cambiado de sitio las papeletas del PP". ¡Cágate lorito!. Gracias doy al cielo de no haberlos votado. Afortunadamente la jueza, muy maja menos mal, detectó la falsedad de semejante denuncia. Tengo yo la impresión de que se la tomó a coña. Harta estará la mujer de gilipolleces semejantes que verá cada día.

  Hay que ser capullos, pero ¿es que en la cabina electoral, los cajetines de las papeletas están identificados?. Si os inventáis una denuncia falsa por lo menos que tenga cierta lógica. 


 Esto se lo cuento para refrendar mi segunda afirmación que no es otra que España es el paraiso de los ceporros, y de las ceporras, que también las hay oiga.

  Sin ir mas lejos, la instigadora de la denuncia fué una concejal y el que redactó y presentó la denuncia otro concejal. Así, sin lugar a dudas podemos afirmar que "la condición de ceporro no es una razón de sexo". La de mala gente tampoco.
  
  El sentido común, ese tan poco común, nos dice que ser un ceporro debería estar reñido con el desempeño de altos cargos tales como concejales, alcaldes, consejeros, ministros, presidentes, ... pero no se preocupen, ceporros y ceporras de España, en nuestro país cualquier ceporro puede llegar, no solo a concejal, como hemos visto, sino por ejemplo, a ministro de educación. No, no, no, no es que yo llame ceporro al ministro Wert. Ya hay otros muchos que le llaman eso. Es solo que cualquier ceporro y ceporra de este país puede aspirar a un alto cargo. En España, ser ceporro no impide tales logros. Podemos afirmar por tanto que España es al ceporro lo que Estados Unidos al pobre. Ríanse ustedes del sueño americano.



  

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